Hace unas cuantas
semanas, un compañero de clase de la EOI me dijo que había pensado en mi para
ser jurado de un concurso de menestras. Ahí quedó la cosa, sin más, hasta que
hace un par de semanas recibí un mail de este chico, Javier, para comentarme
que me había propuesto para ser parte del jurado del concurso de menestras que
se iba a celebrar en su pueblo, San Adrián.
Y como yo no soy de
rechazar una invitación sincera cuando de defender y promocionar la gastronomía
de este país, pues allá que nos hemos ido como el río Ega, recorriendo algunos
de los famosos pueblos agrícolas de la ribera estellesa de Navarra: Cárcar,
Andosilla, Lerín, Allo, etc.
Teniendo en cuenta que hacía un día realmente espectacular, nos tomamos un vino blanco en una terraza de la plaza (blanco viura de Barón de Ley de Mendavia, gran vino para empezar la jornada), degustamos las "hojas de parra", un dulce típico de la localidad (parecido a las flores manchegas), exquisito y muy adictivo, admiramos el trabajo de las peladoras de espárragos frescos y dimos un paseo en el tren turístico recorriendo todo el pueblo; me sorprendió su gran extensión, la calidad y variedad de sus servicios y equipamiento ciudadano y su enorme polígono industrial con empresas de gran importancia como la filial española de General Mills, la fabricante de Old El Paso: en San Adrián se fabrican los productos que se exportan a toda Europa. Al regresar a la plaza nos reunimos con Eneko Madinabeitia, chef del restaurante Ríos y Josefina Parra, los otros miembros del jurado, para empezar a valorar las menestras que se presentaban al concurso.
Repartidos por
diversas zonas de la plaza se encontraban los siete grupos participantes
(habían fallado tres), y ya con el jurado al completo fuimos visitándolas
todas, recibiendo halagos por parte de las cuadrillas que se afanaban en dejar
su menestra bien bonita para cautivarnos ya solo al ojo. No hubo por parte de
los participantes ningún tipo de soborno, sobres o amenazas con funestas consecuencias si la
menestra concursante no se alzaba ganadora, solo sonrisas pícaras y ganas de
agradar.
Y después, la mejor
parte: degustar las menestras y valorar su apariencia visual, el sabor general
del guiso y la textura de los ingredientes. Por si alguien no lo sabe, para que
una buena menestra salga bien hay que cocer los ingredientes sueltos, puestos
que las diferencias en su textura no recomienda hacer una cocción general.
Cada
grupo participante había decidido con que ingredientes seducir primero al
jurado y luego al respetable que allí esperaba. Eso si, había tres ingredientes
cuyo uso era del todo obligatorio: espárragos de Navarra, guisantes y
alcachofas, también de Navarra, como no podía ser de otra manera. A partir de
ahí, imaginación y saber elegir bien el complemento perfecto para sorprender.
Unos optaron por el jamón, otros por la carne de cordero, otros por los champiñones
y otros por el huevo.
Una vez valoradas todas y calificadas, la casualidad hizo que todos diéramos nuestra máxima puntuación a una de ellas, que a la postre terminó por alzarse ganadora. Se trataba de la menestra elaborada por "La Despensa de Virginia", comercio de alimentación que preparó un guiso sensacional. Además de bien presentada y con la verdura perfectamente, llevaba entre sus ingredientes algunos trozos pequeños de falda de cordero, (que le aportaba un punto graso muy sabroso) y unos huevos "poché" que al romper la yema cremosa dieron mucha untuosidad a la degustación.
Como los participantes estaban impacientes, subimos al escenario de los actos para nombrar a los tres finalistas y el ganador, en compañía del alcalde de San Adrián, Emilio Cigudosa, el concejal de festejos, Javier Martínez, jefe de protocolo y mi compañero de clase y Alberto Catalán, presidente del Parlamento de Navarra que hizo entrega del primer premio, una reproducción de la chimenea que se encontraba justo a nuestras espaldas. A nosotros nos obsequiaron con un lote de productos de Conservas "El Navarrico", naturales de la zona y de una calidad excepcional, y algunos productos de la marca Old El Paso, fabricados en la zona para multinacional norteamericano Green Mills.
Y para acabar la jornada nada mejor que una buena comida, que para mi sorpresa, fue en la casa de mi amigo Javier, en compañía de parte de su familia. Nos enseñó la pequeña bodega que tienen instalada en una estancia de la bajera donde comimos y donde elaboran vinos blancos y tintos: un moscato, un coupage de chardonnay y viognier, un shiraz y un tinto de tempranillo con otras variedades. Y para comer, dos menestras más, por si no habíamos tenido bastante: una de langostinos con un curioso toque de hinojo y otra más convencional, con cordero y trigo fresco en lugar de arroz. Esta última estaba realmente espectacular (es la que ilustra este post, la primera foto), bien regada con un blanco de Gewurztraminer de Alsacia, para finalizar con tarta de melocotón y flan de huevos camperos de postre y pacharán navarro y gintonics como tratamiento digestivo después de la suculenta comilona verde del día.
Me siento tremendamente contento del recibimiento y acogida de los adrianenses. Ya sabía que era un pueblo amable y simpático, porque lo han demostrado en diversas ocasiones participando en concursos televisivos de distinta índole, pero no me imaginaba que llegara a tanto. Gracias a todos por hacerme pasar un gran día de cumpleaños y enhorabuena por saber dinamizar tanto y tan bien vuestra localidad. Nos vemos el año que viene!!