En una cazuela cabe
de todo, desde el guiso más tradicional de nuestras madres y abuelas a las
propuestas más vanguardistas salidas de las mentes de los mejores chefs (que
nunca serán tan buenos como nuestras madres o abuelas, ja!). Existen cazuelas
de muchos tipos: algunas muy humildes, apenas una lata mil veces remendada para
que siga haciendo su función de alimentar a miles de familias que no disponen
de otro cacharro. Otra en cambio son más exclusivas, casi indestructible e ideales
para suculentos guisotes de carne o pescado y que quedan de lujo en las cocinas
modernas gracias a sus brillantes colores.
Evidentemente,
también las hay de muchos tamaños. Por ejemplo, cazuelas pequeñas ideales para
solteros exigentes que esperan aún a su media naranja o huraños que no quieren
cuentas con nadie. También cazuelas enormes, capaces de albergar dentro a un
cochino cebón o que sirvan para dar de comer a un familia del Opus Dei,
Legionarios de Cristo o “Kikos” de lo menos 40 y tantos hijos por la gracia de
Dios.
Y luego están las
“cazuelicas”, palabra que en Navarra podría definir simplemente a una cazuela
normal y corriente siempre que la palabra saliera de la boca de un navarro,
pero que en Pamplona, su comarca y algunos pueblos de los alrededores define a
un evento que sigue ganando adeptos año tras año. Como más o menos mucha gente
que me sigue en RRSS sabrá, me refiero a la Semana de la Cazuelica de Navarra.
Trece ediciones
cumplimos este año, y precisamente es este año cuando más las estoy
disfrutando. Quiero pensar que el hecho de tener un trabajo con su
correspondiente nómina hace que mi situación económica me permita disfrutar de
estos pequeños caprichejos. Por ello, este año he probado casi la mitad de las
que se ofertan (15 de 38), lo que me sirve para poder ofrecer un repaso variado
acerca de lo que te puedes encontrar en estas propuestas gastronómicas de
nuestros hosteleros locales.
Me doy cuenta que
son pocos los hosteleros que se atreven a maridad su plato con vino blanco o
rosado. Quizá el blanco sea más fácil de encontrar en un surtido copado en un
70% por vinos tintos. Más me sorprende lo del rosado, santo y seña del mundo
enológico navarro y el cual no he probado en ninguna de las 15 cazuelas que me
he comido y que lo llevaban adjunto: en una porque el rosado que ofertaban no
es mi preferido, en la otra porque el camarero pensó que tenía cara de gustarme
más el tinto de syrah y mira, por no esperar más tiempo me lo empujé como Dios
manda.
Este año me ha
sorprendido, para bien, la apuesta de algunos locales por presentar su creación
en el recipiente adecuado: una cazuela. Realmente da igual donde presentes el
plato, el continente no será un hándicap si el contenido es satisfactorio. Pero
parece que al ser la Semana de la Cazuelica, te están “empujando” a que busques
otra preparación diferente a la de la Semana del Pintxo, tanto en su esencia
como en su manera de presentarlo. A todos nos agradó mucho la presentación que
Alex Múgica hizo el año pasado de sus “Migas con patata y patito”, plato muy
pintón dentro de su cazuelita de cerámica oscuro, en gran contraste con los
colores de su plato y que, a la postre, le alzó como ganador del evento
culinario. Muy astutamente, la propuesta de este gastrobar en 2014 no ha sido
en cazuela, sino en un cuenco de cristal muy elegantón, quizá lo que nadie se
espera para lo que han llamado “Zurrukutuna, todos a una”, y que es una
interpretación vanguardista y multicolor de una sopa de ajo y bacalao típica de
Euskadi. Mal no lo ha tenido que hacer cuando es finalista de nuevo…
Otro que también ha
usado cazuelita, con tapa y todo, han sido los del Café Iruña. El mítico local
de la Plaza del Castillo se ha colocado también en el antepodium con otro
homenaje al mar, en este caso con un guiso de txangurro y langostino en
diferentes texturas, con un rico fondo marinero ideal para remojar y rebañar
con pan. Acierto total el de este bar de maridarlo con un vino blanco
monumental: Chardonnay sobre lías “Finca de Villatuerta” de Bodegas Chivite.
Hay otros locales
que han decidido apostar por ingredientes sencillos, como puede ser una carne
tan humilde como el pavo. Solo que si al pavo lo maceras en un escabeche de
jengibre la cosa cambia y se convierte en un bocado exquisito. Eso pensaron en
las cocinas de La Botería cuando crearon su cazuela 2014, maridándolo con un
tinto joven de garnacha Artazuri.
Setas y caza,
productos de invierno que han sido también protagonistas de algunas cazuelas,
bien por separado o juntas en el mismo plato, como en el bar Fitero. Rico
plato, oscuro y contundente. Una pena que la cantidad fuera tan sumamente
escasa, o al menos en la que nos tocó a nosotros. Además, el error de ponerlo
en un recipiente muy grande hacía que ese aspecto se apreciara aún más.
Setas también tenía
“el guiso de la abuela” de La barra del Melbourne. También es uno de los seis
finalistas con este guiso sabroso y original…pero amigos, a mi no me pilláis
otra vez con la cantidad tan sumamente ridícula que nos servisteis. Apenas dos
trocitos de ternera de grosor mínimo, una seta, algo de salsa (muy rica, eso sí)
y un trozo de galleta dulce. En la foto promocional la cosa pintaba más
abundante...sinceramente, me da rabia haber estado aquí esperando y perdiendo
la oportunidad de visitar otros sitios de los que soy cliente habitual y en los
que tenía puestas buenas expectativas. Le deseo la misma suerte que al resto,
pero espero que gane otro!
Esto es lo que
puede suceder cuando visitas sitios que no conoces previamente, no sabes lo que
te vas a encontrar. Algo parecido nos podía haber pasado en La Trastienda del
Colmado, lugar que tenía apuntado en mi agenda para visitar, pero no nos
habíamos decidido. Y bendito el momento en el que decidimos darnos el paseo,
porque nos encontramos con dos cazuelitas originales, sabrosas y bien
presentadas: una de carne de ciervos con cous-cous, salsa de curry y nueces
caramelizadas. La otra, bacalao confitado con hongos con una crema de menta
sobre un ajoblanco cremoso. El sitio bonito y original, una ostra de regalo por
ser la Nuit del Ensanche…vamos, que salimos encantados!
Para destacar este
año, la apuesta de Héctor Munárriz y su equipo para crear una cazuelica
fantástica que no ha tenido la suerte de colarse entre las finalistas, pero que
bien que lo merecía. Su “sukalki” dejó claro que cualquier sitio, con ilusión y
trabajo, puede crear un plato de categoría. Consiguieron darle una vuelta
completa a un guiso tradicional de ternera con patata y guisantes para ofrecer
toda una experiencia de sabores y texturas perfectamente ensamblados.
Y con esto y un
bizcocho, llegamos a probar 15 cazuelas participantes, algunas destacando para
bien y otras para no tan bien. Sacar un vino blanco infame y cobrarlo a 1,60 €
es tan lamentable como olvidarte de tus clientes y ver que sacan cazuelas y cazuelas
delante de tus ojos para otros que han llegado bastante después. Que reclames y
que solo te digan entre risotadas “halaaa, me había olvidado completamente de
vosotros!!” me sienta como una patada en la boca del estómago…la próxima vez
quizá me olvide completamente de pagar y me acuerde 15 días después, jajaja!!
(modo risotada ON).
En resumen, se podría decir que todas ricas,
algunas deberían revisar su concepto de cazuela para que no se parezca a un
pintxo y otras ser un poquito más espléndidas con la cantidad, pero en
definitiva, todas han servido para pasar un buen rato disfrutando de la
gastronomía y los vinos navarros. Suerte a los finalistas!! Hasta 2015!