Me gusta el color verde, como el que destilan
2400 botellas de vino bordelesas colocadas de forma vertical, recibiendo y
modificando los impactos de color de la calle y del mercado en su día a dia.
Me gusta la calidez de la madera, con ese color
ocre que resalta sobre el fondo oscuro y ese juego de volúmenes que se crea por
medio de cortes, incisiones, aristas y vértices.
Me gustan las formas sinuosas en paredes y
techo, mezclando líneas duras y rectas con curvas sugerentes, porque indican
seriedad y dinamismo a partes iguales, algo que debe estar presente en todos
los aspectos de la vida.
Me gustan las luces indirectas, porque puedes
jugar con ellas para sentirte la estrella del momento y recibir todo su impacto
o bien retirarte del foco buscando intimidad, quietud o sosiego. Una luz para
cada mesa, para cada comensal, para cada momento.
Me gusta que se conserve el pasado, para
disfrutarlo en el presente y que llegue con garantías al futuro. Piedras viejas
y ajadas conservadas detrás de gruesos cristales, a modo de obra de arte
protegida del paso del tiempo.
Me gusta el suelo de piedra, porque es la base
sólida sobre la que pisar día tras días. El desgaste es el sinónimo del éxito,
del ir y venir continuo.
Me gustan los espacios diáfanos y abiertos,
bien creados de forma natural o bien con el juego de espejos y cristales.
Me gusta el color negro, porque no es ni serio,
ni triste ni negativo. Es el lienzo donde mejor brillan el resto de matices de
la paleta del artista. Es la elegancia personificada en la ausencia de luz, en
la mezcla aditiva de todos los colores que podemos percibir.
Me gusta ser bien recibido, con
profesionalidad, conducido hacia la mesa que parecía puesta allí en exclusiva
para nosotros, como clientes especiales que éramos. Porque cualquier cliente,
en cualquier establecimiento, merece ser tratado como alguien especial.
Me gusta la fusión, la mezcla, el mestizaje, la
sabia combinación de lo de aquí con lo de allá, para que al agitarlo con sabiduría,
el resultado guste, sorprenda, emocione...
Me gusta la improvisación rápida, la búsqueda
de alternativas sin ápice de duda. Me gusta que se sustituya, casi en un
chasquido de dedos, una opción repetitiva por una propuesta sorprendente. O lo
que es lo mismo, una fideua por una brocheta de pez mantequilla.
Me gusta ver caras conocidas cuando disfruto
frente a un plato, y me gusta pensar que están ahí porque han querido elegir
ese sitio, como lo he podido elegir yo de forma voluntaria o porque me ha
tocado en suerte. Una de las caras que me miraron ese día fueron los
suficientemente simbólicas como para saber que no estábamos en mal sitio.
Me gusta saber que lo que me ponen en el plato
es de primera calidad, fresco, sabiamente escogido por manos expertas y sin
necesidad de intervenir mucho para lograr la excelencia. Si nos referimos al
"producto de cercanía", aquí esa denominación no podría ser más
acertada.
Me gusta el dinamismo, la ausencia de tiempos
muertos, la agilidad en el servicio. Veni, vidi, vici.
A mí, que busco momentos singulares en torno a
una mesa, me gusta El Mercao. A él/ella, que sueña con un sitio especial para
una cita especial, le gusta El Mercao.
Y a ti, te gusta El Mercao??
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31002 PAMPLONA - Navarra
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