domingo, 1 de diciembre de 2013

Cata de vinos de Bodegas Chivite en "La Plaza del Vino" con un "vinosaurio"

El pasado miércoles tuve la suerte de poder asistir a una magnífica y selecta cata de vinos, invitado por mi amigo Rafael Velázquez y organizada por todo un maestro de ceremonias en estas lides como es Luis de La Vinoteca. Era una de las famosas catas del "Club del Vino", organizadas para dar a catar a los socios los vinos que componen los lotes que se ponen a la venta.



Rafael, que ya me va conociendo cada vez mejor, sabía perfectamente que los vinos que se presentaban en esa ocasión me iban a gustar, y no se equivocaba. Porque equivocarse si estamos hablando de Bodegas Chivite es casi imposible.

Yo no me caso con nadie en el mundo del vino. Todas las bodegas tienen buenos vinos que ofrecerme, hoy me puede saber mejor uno y mañana mismo preferir mil veces otro que rechazaré al día siguiente porque quiero volver al del primer día.

Navarra está llena de muy buenos nombres en el mundo enológico y Chivite es uno de ellos. Si nos tenemos que ceñir a la fecha que viene impresa en su sello, estamos hablando de una historia que se remonta a 1647, más de 350 años traducidos en once generaciones de dedicación al vino de Navarra. Y una circunstancia como esta lleva aparejado el que uno de sus vinos, el rosado Gran Feudo sea el vino rosado más conocido y extendido de todo el país. En los últimos tiempos, Chivite ha decidido apostar por la expansión de su nombre a otras regiones vinícolas de España con la adquisición de terrenos en las provincias de Burgos y Valladolid y comercializar vinos con D.O. Ribera del Duero y D.O. Rueda bajo el nombre BAUARTE. Al mismo tiempo, el trabajo en los selectos terruños de Aberín, situados entre el monte Montejurra y la ribera del Ega, han dado como resultado la obtención de unos vinos diferentes, con tanta personalidad que necesitaban de su propio sello de calidad: ARÍNZANO es el nombre de dicha propiedad y que denomina a los primeros vinos de Pago del norte de España.

Cuatro eran los caldos que se habían descorchado en la tarde noche, un blanco, tres tintos y una burbujeante sorpresa que vino en copa separada. Las relaciones de los de Cintruénigo con cierta familia francesa a lo largo de quince años está dando sus buenos frutos y al final de la cata pudimos comprobarlo.

Con el patio central de "La Plaza del Vino" lleno hasta la bandera, Luis comenzó su intervención sorteando un lote de vinos entre los acertantes de los concursos de eno-preguntas que manda con asiduidad. El afortunado ganador, que no se encontraba presente (lo cual provocó que hubieran gritos de "envidiosillos" que demandaban la extracción de otro nombre) se llevó a casa una caja con tres vinos valorada en 375 euros, con una joya de Vega Sicilia que valía 2/3 del valor del lote...como para que el cuñado te la tire al suelo y la rompa!!






Después pasamos al meollo del asunto: Chivite. Y que mejor pareja para presentarlos, catarlos y comentarlos que la enóloga y el director comercial de la bodega, Marta López e Iñaki Oñatevia. Tras hablarnos de forma breve de la bodega y de su historia, aparecieron las primeras botellas de vino blanco, recién sacadas de la nevera de lo frías que estaban. Se trataba del soberbio "chardonnay sobre lías" 2011 de la colección "Finca de Villatuerta". Hubo que dejarlo que se templara un poquito para que empezara a ofrecernos sus magníficos aromas de frutas blancas y cítricos. Me gustan mucho los chardonnays que han pasado por barrica, y este es sensacional.


El siguiente monólogo corrió de parte de otro miembro de la familia "Finca de Villatuerta", en este caso un tinto varietal de syrah de 2010. Menos ácido que otros tintos de syrah que he probado antes, tenía más presencia de frutos rojos y negros bien maduros, y un toque mineral muy pronunciado.


En el tercer acto cambiamos de familia y dimos el salto a la "Colección 125" con su 100% tempranillo de 2009. Es un vinazo con todas las letras, bien madurado, con la fruta negra y las especias muy presentes. El tanino se deja notar con fuerza, pero al ser un vino muy bien estructurado,  tiene un paso muy suave por la garganta dejando un agradable retrogusto.


Y para acabar lo programado, una de las joyas de la corona de Chivite: Arínzano la Casona 2008. Es un vino complejo, inesperado, ensamblaje de tempranillo con un 25 % de merlot. He probado en mi vida pocos vinos tintos (estoy en ello), pero desde luego ninguno era como este...me pedía chocolate (a mi compañero de mesa Rafael más todavía) y mermelada de bayas, oscura y densa. Casi se podía masticar de lo denso que era, y dejaba una gran sensación en la boca. Todo una sensación sensorial, porque se podía disfrutar con todos los sentidos. El terruño y las manos que los trabajan han hecho su trabajo...
Todos los vinos se iban alternando con las explicaciones de Iñaki y Marta, que nos contaban sus particularidades, sus propias impresiones como conocedores del mundo del vino o curiosidades en relación con cada uno de los caldos.


Para finalizar, apareció la quinta copa que yo, al menos, no esperaba. Era un champagne Taittinger Brut Reserve. Bodegas Chivite fue elegida hace quince años como distribuidora en España de los productos de esta casa francesa de champagnes. Según nos contó Iñaki, buscaban una bodega familiar, una especie de extensión de la familia Taittinger en nuestro país, y la familia Chivite y su larga tradición vinícola fue lo que necesitaban. Lo que nadie se esperaba es que los lazos entre Navarra y la familia Taittinger iba a ser más estrecha de la esperada: la imagen que sirve de imagen y marca de Taittinger es el sello de "Thibaut 1er de Navarre", más conocido en tierras forales como Teobaldo I, rey de Navarra y conde de Champaña.  Este rey trovador apasionado de la música tuvo que guerrear en las Cruzadas y a la vuelta de una de ellas, recogió en la isla de Chipre una cepa de uva blanca que le sorprendió por su dulce sabor. Esa cepa era la que hoy todo el mundo conoce como "chardonnay", una de las uvas que dan forma y cuerpo a los champagnes franceses y que tanta personalidad y frescura aportan a los vinos blancos de Navarra.


Tengo que admitir que no había probado nunca el champagne francés (hay cosas que se quedan fuera de mi alcance, jeje) y la verdad, que este haya sido el primero me parece magnífico, puesto que era realmente delicioso. Muy aromático y frutal, en boca se transforma y trae unos deliciosos recuerdos a almíbar y pan recién hecho, cálidos y dulces. Me lo bebería antes, durante y después de la comida, como bien recomiendan los entendidos en vino, ya que últimamente se está desechando la idea de que un champagne o un cava solo se tome para brindar.



Después de este magnífico final, poco más puedo añadir. Cada vez me gusta más el vino, cada día aprendo una cosa nueva de este mundo tan diverso, y si los vinos son tan buenos como los de la familia Chivite, me parece que voy a tener un problema...bendito problema!!

2 comentarios:

  1. Hola Alberto, un placer conocerte y me alegro que te haya gustado la cata.
    Estoy seguro de que nos volveremos a ver.
    Un abrazo.

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  2. Gracias a vosotros, Iñaki. Un placer compartir una copa de vino con vosotros. Un abrazo

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