Cuando el mes de
agosto va llegando a su fin, en el calendario gastro-festivo de Navarra destaca
una fecha por encima de muchas otras, bien porque lleva celebrándose muchos
años, bien por la repercusión del acto principal, etc. Se trata del
“Artzai Eguna”, el Día del Pastor, que lleva celebrándose en la localidad de
Uharte-Arakil durante 47 años ininterrumpidos, por lo que presumiblemente será
una de las fiestas gastronómicas más antiguas de Navarra. Este evento lo organiza la Sociedad Aralar-Mendi Elkartea, y su presidente, el infatigable y entusiasta Jose Mari Ustárroz.
La aparente
tranquilidad de la bonita villa de Uharte-Arakil, de poco más de 800
habitantes, se ve totalmente trastocada por la masiva afluencia de visitantes,
que en este caso, movidos por el fantástico día soleado, inundaron el pueblo.
Tres son los
pilares sobre los que se asienta el Artzai Eguna: las ovejas latxas, el Perro de
Pastor Vasco (Euskal Artzain Txakurra) y el queso de Idiazábal. El cuarto
protagonista es el pastor, el hombre de campo que, acompañado de su amigo,
socio y ayudante perruno, cuida de las ovejas que pastan libremente en las
laderas de las sierras de Urbasa, Andía o Aralar o en los valles de Esteribar,
Baztán.
De esta manera, en
todo el casco histórico de Uharte se desarrollaban las distintas actividades
del Artzai Eguna 2014. La que a primera hora llamaba más la atención de la gente
era la feria agroalimentaria, donde diferentes productores de la zona vendían
sus productos. Si bien en otros pueblos navarros donde se celebran eventos
relacionados con la gastronomía los puestos se mezclan unos con otros, en
Uharte había un colectivo de artesanos que ocupaban un lugar preferente. Como
no podía ser de otra manera, se trataba de los reyes de la jornada, los quesos
de Idiazabal, en este caso solo los elaborados en Navarra, ya que el concurso
de quesos que se celebraba también en este día buscaba al campeón de Navarra, que
luchará posteriormente para alzarse con el gran premio en el Campeonato de
Euskal Herria.

Eran numerosos los
puestos que ponían a la venta sus quesos, daban a probarlos y ofrecían por 1 € bocadillos en un pan fantástico, dorado y
crujiente, o al menos así estaba el que nosotros comimos. La procedencia de
estos artesanos del queso, muchos de ellos ataviados de con el traje típico de
casero vasco, es de los más variada. Teniendo en cuenta que la D.O. Idiazabal
acoge a toda Navarra excepto al Valle de Roncal, es amplia la zona de
producción de este queso, si bien el hábitat predilecto de la oveja latxa (en
Navarra no se cría la oveja de la raza “carranzana”, más abundante en Euskadi y
Cantabria) son los pastizales montañosos de la Navarra húmeda y de los Valles
Pirenáicos Centrales (Esteribar, Erro,Aezcoa y Arce), sin olvidar las laderas de
la sierra de Urbasa y las Améscoas, en la parte más elevada de Tierra
Estella…algo tendrán estos pastos que hace sus quesos muy especiales.
Hablaba de un concurso
de quesos, concretamente el XXXIII
Concurso de Quesos de Idiazabal de Navarra. Para la elección del mejor queso se
dispusieron en la plaza de entrada a la iglesia del pueblo una serie de mesas
ocupadas por los distintos jurados. Entre ellos, caras conocidas del mundillo
gastronómico en sus diversas facetas: cocineros como Jesús Íñigo, del
restaurante Ábaco de Huarte, Javier Díaz del Restaurante Alhambra de Pamplona,
Iñaki Idoate, presidente del jurado y dueño de dicho restaurante Alhambra, el
comunicador José Antonio Cruz, mi amiga blogger Silbia Redondo, miembros del
panel de cata de la D.O. Idiazabal, etc.
Entre todos fueron valorando los quesos en todas sus facetas: apariencia de la corteza, textura, olor, sabor, apariencia de la pasta, presencia de agujeros, etc. A través de estas valoraciones se puede adivinar como es la elaboración de los quesos y el cuidado que el elaborador pone en esta tarea; la falta de higiene a la hora del ordeño o de la manipulación de la leche se nota enseguida en esta variedad de queso.


Paralelamente a la cata de los quesos a concursos, miembros de diversas sociedades gastronómicas de Navarra realizaban guisos de carne de oveja, que también fueron degustados por los miembros del jurado y posteriormente ofrecidos a todo aquel que quisiera degustarlo a precios populares.

Entre todos fueron valorando los quesos en todas sus facetas: apariencia de la corteza, textura, olor, sabor, apariencia de la pasta, presencia de agujeros, etc. A través de estas valoraciones se puede adivinar como es la elaboración de los quesos y el cuidado que el elaborador pone en esta tarea; la falta de higiene a la hora del ordeño o de la manipulación de la leche se nota enseguida en esta variedad de queso.
Paralelamente a la cata de los quesos a concursos, miembros de diversas sociedades gastronómicas de Navarra realizaban guisos de carne de oveja, que también fueron degustados por los miembros del jurado y posteriormente ofrecidos a todo aquel que quisiera degustarlo a precios populares.
Y mientras se iban
desarrollando estos menesteres, que daban para un rato largo, la gente iba y
venía recorriendo las calles del pueblo, con unas casas preciosas, típica
arquitectura rural de los pueblos de Nafarroa, como llamo yo a la Navarra de la
mitad norte, con fuertes vinculaciones culturales a la cultura euskalduna. Por
allí había puestos de miel, de pasteles vascos exquisitos, la permanente
sonrisa y simpatía de Inma Montosa y sus Mermeladas Aidín (fabulosas),
escanciadores de sidra natural ácida y muy refrescante, varios puestos de venta
de talos, el “crêpe” vasco, con queso, bacon o chistorra. También artesanos de
la madera, tejedores de calcetines de pura lana de oveja, ideales para el frío
y la humedad de los montes en invierno, herreros haciendo cencerros…todos un
escaparate de los usos y costumbres de la Navarra rural en un marco exquisito.


Y como no hay queso sin ovejas, también había concurso morfológico de ovejas latxa, que se apretujaban unas contra otras para huir del sol que calentaba bien a gusto (en el norte no hay siempre frío, eso es un cuento chino). Las había de cara negra y de cara rubia, grandes y pequeñas, con cuernos y sin cuernos. En el frontón descubierto del pueblo se celebraba un concurso de esquileo con máquina, y a las 12:00 h. un rebaño fue paseado por el pueblo evocando el traslado de un valle a otro.
Y como las ovejas necesitan de la vigilancia y el cuidado del perro pastor, también había una exposición de los distintos perros utilizados para labores y vigilancia del ganado (no solo ovino) en las zonas pirenaicas de Navarra, Aragón y Catalunya. Así, pudimos ver al Mastín del Pirineo, al Pastor de los Pirineos (raza francesa con dos variedades, “à poil long” (pelo largo) y “à face rase” (cara rasa). También andaba por allí el Gosd’Atura Catalá, el desconocido Presa Navarro (primo hermano del Alano Español y del Villano de las Encartaciones, perros de arrastre de ganado vacuno) y como no, el “Euskal Artzain Txakurra”, el Pastor Vasco, también con dos variedades, Gorbea e Iletsua, pelo áspero y pelo liso.
Y así, entre
artesanos, comerciantes, ovejas y perros, dio por finalizado el juicio de los
quesos a concurso. Si bien en un principio los jueces no estaban muy
convencidos de la calidad de los “concursantes” (producto muy sensible a la
calidad del pasto y de la leche), en la recta final entraron a concurso grandes
quesos que dispararon las votaciones. Y el ganador fue…pues el que entraba en
todas las quinielas, Ricardo Remiro. Este joven pastor del pueblo de Eulate,
enclavado en el Valle de las Améscoas, entre las sierra de Lokiz y Urbasa, se
ha alzado con la txapela de ganador en seis ocasiones. Algo tendrán sus 500
ovejas que han convertido a estos quesos, el único de la sierra de Urbasa
acogido a la D.O. Idiazabal, en los más galardonados, incluso a nivel
internacional.
Como fin de
fiesta, la subasta del medio queso ganador, acto popular que pretendía este año
batir los 4290 € que se pagaron el año pasado por parte de los jueces navarros
en homenaje a Eugenia Idoate, fallecida ese mismo día y miembro de una conocida
familia de hosteleros navarros. Este año participaban en la puja el un miembro
del Hotel Alma Muga de Beloso de Pamplona, Iñaki Idoate y Javier Díaz, del
restaurante Alhambra y Jesús Iñigo Luri, del restaurante Ábaco.
La puja empezó en 2000 euros, y gracias a la insistencia del presentador del evento y bajo la mirada cómplice de Jose Mari Ustárroz, presidente de la DO Idiazabal y un auténtico enamorado de su pueblo y de sus quesos (el sujetaba la tabla donde descansaba el codiciado medio queso), la puja se animó y fue Jesús Iñigo el que se lo llevó a su restaurante de Huarte, ubicado en el Centro de Arte Contemporáneo de este municipio, pagando la nada desdeñable cantidad de 4350 €, con lo cual se batió de nuevo el récord.
La puja empezó en 2000 euros, y gracias a la insistencia del presentador del evento y bajo la mirada cómplice de Jose Mari Ustárroz, presidente de la DO Idiazabal y un auténtico enamorado de su pueblo y de sus quesos (el sujetaba la tabla donde descansaba el codiciado medio queso), la puja se animó y fue Jesús Iñigo el que se lo llevó a su restaurante de Huarte, ubicado en el Centro de Arte Contemporáneo de este municipio, pagando la nada desdeñable cantidad de 4350 €, con lo cual se batió de nuevo el récord.
Y como era tarde y
había que comer, nada mejor que acudir al frontón cubierto para participar en
la comida popular, consistente en un caldito de gallina, ensalada de lechuga y
cebolla, cordero de Navarra al chilindrón con verduritas y tarta de hojaldre
con crema.



Y como fin de la jornada, todo el mundo al campo a ver el campeonato de habilidad de perro pastor. En una ladera con diversos setos acondicionados para este acto, los pastores iban guiando a gritos a sus perros, para que condujeran a las ovejas de un lado a otro, metiéndolas en una especie de redil o haciéndolas pasar por aberturas estrechas.
Jornada divertida y
sabrosa, conociendo un poco más una de las grandes tradiciones de la Navarra
del Norte que aporta un gran prestigio a toda la región y nos hace disfrutar a
todos los amantes de la gastronomía. Hasta el año que viene!
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